15.4.09

SEMANA SAINT

Mis vacaciones de Semana Santa, la verdad poco tienen de santas. Mas bien son una especie de tradición pagana en la que año tras año se le rinde culto al dios Baco y a un sinfín de ídolos falsos.

Pero bueno, obviamente no me voy a quejar de las bacanales que tanto disfruto, sino del fenómeno Chilango (la verdad es que podría dedicar un blog solamente a estos seres que como bien lo ha comentado un amigo son una ¡Plaga!).

Tráfico. Olas de gentío. Tráfico. Gente que se siente de la Condesa, Polanco, o cualquier otro lugar “nice” y en realidad son de Iztapalapa, Satélite o de su hermana Coapa. Tráfico. Cadenas de antros vomitándose de “gente bien”. ¡Y un chingo de Tráfico!

Obviamente estoy hablando de la alberca más grande del DF, no de las de Ebrard, sino de Acapulco. La verdad es que me la paso muy bien siempre en este chilango lugar. Yo sé que hay playas más padres y con menos gente, pero creo que una de las tradiciones más añejas de Semana Santa que se debe mantener viva es el sagrado amontonamiento.

Al finalizar mis vacaciones de asalariado infravalorado, tomé mi avión con regreso a Regiolandia. No sin antes esperar dos horas porque el bendito avión tenía retraso. Debido a que el chilango tenía abarrotado el aeropuerto cual periférico en quincena navideña y con lluvia. Así que sin otra opción, tuve que anestesiarme con dos whiskys en la Sala de Aeromiedo.

Maldita Terminal 2, está sobrevalorada, es uno de los mugreros más caros e infuncionales que el mexicano jamás haya imaginado.

Odio los aeropuertos y viajar en avión. Mi esquizofrenia geográfica México-Monterrey no es nada saludable.

Pero bueno, finalmente regresé a las tierras salvajes del norte, menos gruñón que de costumbre, pero con una merma importante en el bolsillo. Ni modo uno a veces piensa que gana como diputado.

A ver que se le ocurre al legislador en potencia para el puente de mayo. Nada original seguramente: perreo, reggaeton y whisky sin control. Lo único por definir será el lugar.

Mis niveles de amargura y odio están de manera crítica muy por debajo de su nivel. ¡DAAAMN! Eso de las vacaciones sí sirve.


***Afortunadamente, después de 2 meses exactos, el sensual bólido rojo regresó a su tan simpático dueño.

****Para todos ellos que dicen que me creo regio neeeeel ¡JAMÁS! Desgraciadamente soy orgullosamente chilango, pero como diría una amiga: “!Hasta la basura se separa!” o como diría otra bella fémina: "Hasta en el Tinaco hay niveles" o.... "Hasta en los perros hay razas" o todas su múltiples variantes analógicas que reflejan la sabiduría milenaria del pueblo. Así que soy chilango, pero muy diferente a aquellos orcos urbanos que habitan en el DeeFeeee.


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