Fanfarrias y los chiflidos ensordecedores de cohetes lanzados al aire se escuchaban mientras el sensual bólido rojo atravesaba la caseta México-Querétaro. Evidentemente las multitudes de gente que se acercaron a recibirme ensombrecían a los puñados de plebeyos que recibieron a Maximiliano al desembarcar en nuestro país.
Tras pagar la couta de la caseta, me dispuse a sortear las salvajes tierras de los satelucos, y finalmente llegué a la puerta de Chilangolandia, anteriormente custodiada por el Toreo.
Así es. Tengan Miedo. Y mucho. Las profecías se cumplen. El destino nos alcanza.... etc. Pero, el after, la buena vida y el perreo han regresado a la megápolis de Chilaquilandia.
No negaré que extraño mi tierra adoptiva del norte. Sobretodo con estas lluvias estilo Arca de Noé,agradecería mucho un día de sol aunque fuera a los 42 grados que se acostumbran en Regiolandia. Sin embargo, el chilaquil ha regresado. Alabado sea el Señor.... del Rock.
1 comentario:
¡Lo sabía! el otro día vi una estrella más brillante que el resto (o quizá era un satélite porque se movía); una vez leí en una popular publicación de unos señores que se aventaron un viajesote para buscar algo que una estrella les anunciaba. En efecto, me aventé un viajesote en la comodidad de un sillón y me entero que llegaste :P
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