¡¡¡A LA CHINGADA LOS PASTORES SE ACABÓ LA NAVIDAD!!! O un famoso STOP MAIMING!!! Fueron las frases más adecuadas con las que pensaba renunciar. Sin embargo, me aconsejaron que posiblemente no sería la forma más polite para terminar una relación laboral. Y como carezco de sentido común, hice caso.
Jamás había renunciado de un trabajo (la verdad no es que haya tenido muchos. Ni modo, eso de trabajar no es para todos. Y creo que para mí definitivamente no lo es). Debo confesar que sentí algo de nervio y emoción. Algo parecido a como cuando cortas a una novia que nunca quisiste. La sensación es muy satisfactoria. Hace mucho que no iba al trabajo con tanta emoción.
¿Y ahora qué sigue? No sé por qué la gente me pregunta todo el tiempo eso. Pues evidentemente me dedicaré a la vida bohemia y de excesos que tanto me caracteriza. Esta actividad indudablemente es un trabajo de tiempo completo que sólo los profesionales pueden ejercer. Así que ese es el siguiente paso. Y dejen de molestar.
El hecho es que el hombre útil siempre me ha parecido antiestético.
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